“Radio Comunitaria Naköj” En Xenacoj, así es la dinámica. Foto: Colectivo El Papel

“Radio Comunitaria Naköj” En Xenacoj, así es la dinámica.

María José Rosales Solano/LaCuerda Agosto 31, 2019
Artículo de opinión publicada en elPeriódico:

El oficio de la comunicación en Guatemala puede ser placentero y riesgoso al mismo tiempo. Si eres de los colectivos que usan la comunicación para informar, denunciar, mover pensamientos y cuestionar las normas impuestas, seguramente será así. Aunque existen tratados internacionales, la libre emisión del pensamiento y los Acuerdos de Paz; si te sales del “guacal” –como decimos– te conviertes en blanco de la persecución, y así sucede con las radios comunitarias. El movimiento de radios comunitarias presentó la propuesta de ley 4087 “Ley de Medios de Comunicación Comunitaria”, con el objetivo de reconocer y facilitar el trabajo de estas radios, pues solo el hecho de que, para adquirir una frecuencia municipal, se debe pagar Q250 mil y si es una frecuencia departamental, Q4 millones, es obvio que la intención es hacer inalcanzable un proyecto comunicativo para cualquier agrupación. Esta propuesta se encuentra en segunda lectura y sigue engavetada. Las radios comunitarias se diferencian de las demás porque difunden pensamientos desde los pueblos originarios, sobre sus realidades, y no son comerciales ni religiosas. Tal vez para cierto número de población, las radios comunitarias no son imprescindibles, no obstante, para la mayoría que vivimos en espacios pequeños, con población organizada comunitariamente, son necesarias y nos acompañan en la cotidianidad. En Xenacoj, así es la dinámica. Cuando lavamos la ropa, caminando a la tierra, cuando sembramos, en el mercado, en la desgranada de maíz, en las oficinas, escuchamos las preocupaciones, música, anuncios, y las necesidades del territorio. Esta semana la Radio Naköj, junto al consejo de organizaciones, realizaron una denuncia en la cual rechazan la intimidación que esta radio ha vivido en los últimos meses. La persecución la efectúa el Ministerio Público y la Cámara de Radiodifusión de Guatemala. En noviembre 2018, realizaron un despliegue de 30 radiopatrullas en Totonicapán y capturaron a dos jóvenes k’iches. En mayo de este año fue igual en la radio comunitaria de Santiago Sacatepéquez. El delito del que se les acusa es “hurto de frecuencias radioeléctricas”, es decir, ¿alguien es dueño del aire? José Sián, locutor comunitario, afirma que el papel de las radios comunitarias es otorgar un espacio a las voces de los pueblos, de las mujeres y jóvenes, para concientizar y generar opinión pública en la comunidad. Es así como la población de Xenacoj legitima el accionar y reconoce a la radio por el trabajo que realizan sus integrantes –sin pago alguno– todos los días. Según Sián, la persecución que viven repercute en las personas voluntarias y el riesgo de perder el equipo que han logrado por medio de donaciones y recaudación de dinero para su compra, “el equipo ha sido difícil de conseguir y lo resguardamos con cuidado para no perderlo”.

Según la locutora y defensora de los derechos de las mujeres, Sonia Escalante, una abuela de 83 años, su trabajo en la radio le otorga energías para toda la semana, en sus palabras: “intercambiar saberes e información, para que toda la población esté enterada de hechos o realidades que pasan en otros territorios, para que conozcamos nuestros derechos, que la violencia no es natural y debemos erradicarla, por eso es esencial que la radio siga al aire”.

Aquí en artículo de opinión en elPeriódico